viernes, 30 de mayo de 2008

Escribir

La inspiración no es el secreto de un escritor, dijo Pamuk, sino el afán de querer expresar lo que sabemos de nosotros pero no sabemos todavía sin la turbulencia de escribirlo.

La turbulencia, la fiesta o la simple distracción. La escritura -como otro ejercicio cualquiera en que la mente se implique sentimentalmente- conduce a través de sus llanos y pendientes a una conciencia de sí que nunca se habría producido sin esos contactos asociados al imprevisto paisaje.

Como en la pareja del amor en que, por relación feliz o infeliz, nos hacemos cargo de quienes somos a través del contraste, el rencor o el perdón, con la escritura -otra alta forma de intimidad- accedemos a imágenes de nosotros mismo que nunca antes habían sido reveladas. En el amor, como en la escritura, sin proponérnoslo, nos hacemos fotos continuas, de perfil, de frente, de cuerpo entero, en la turbulencia de conocer y reconocer lo dicho y lo no dicho.

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